No tengo palabra,
no tengo palabra y me traiciono,
me entrego convicto y confeso
en mi vileza,
la nula fiabilidad que me sostiene.
No tengo palabra...
más bien no,
más bien es el sobreabastecimiento cuantitativo,
masivo, caótico, ruinoso,
y la incontinencia patológica,
este empacho permanente de morfemas mal tejidos
lo que me lleva a la traición.
La traición,
la traición a mí mismo
porque a vosotros,
qué más os dará
lo que haga y por qué,
lo que diga,
lo que prometa y que no os atañe
salvo en la nimiedad de topar una telaraña
que os disturbe
de cuando en vez.
La traición a mí mismo
pero quién soy yo sino nadie
a quien puedan ya afectar
sus propios desengaños.
Me reasumo,
me refundo y me reconvierto,
rectifico,
me reconstruyo,
me restituyo y me reafirmo
en este onanismo de verso abaratado
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.