En lo que me veo no sé si mirarme
y me resuelvo a brocha gorda,
a espátula de aires que me circundan para nada.
Mientras tú sales de mañana
a combatir en lo inerme,
resuelta en filamentos trenzados
que sujeten este banco de peces perdidos sin multiplicar.
Hablan,
hablan de gente que habla de poder inmenso
y yo me pongo a esto,
por notarme,
a escribir de nada como un falso poeta falso,
falso y mentiroso que miente en cada verso
para regodeo de intensos.
Porque verdad puede ser la poesía,
así lo es en tanto caso,
pero se miente tanto,
tanto se miente en la impostura y en las pasiones vertidas
sobres estas sábanas amarillas de onanistas del adverbio,
que también entrego lo que de mí queda
si a bien me place a esta altura de todo abismo.
Hace frío,
cierto frío sanguíneo que se infiltra en las palabras
que nunca tuve.
Y me acuerdo de ti, hoy, no sé,
será el frío sanguíneo y sanguinolento
de lo que coagula en mis capillas.
Mientras hablan de lo que hablan
y me desdibujo a brocha gorda
por huirme.
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