Empiezo a tener conciencia de recluso
hasta en la savia bajo la corteza
y se me amotina levemente hasta el tuétano.
Ya casi no me sé fuera,
deambulatorio,
y a lo ambulatorio me restrinjo.
Espectador de todo
y expectante en las vitrinas.
No os dejéis,
no consintáis que la pena sea justa
y volad al menos en lo recomendable
para no matarnos más.
Y al pasar todo
rendid cuentas con interés agravado
por recuperar lo tanto sustraído,
lo que os regatearán quienes acaparan las inercias.
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