lunes, 21 de julio de 2008

COTIDIANO

Leve caricia,
apenas roce
susurrado,
que expande la piel
y el pulmón.
Ventanas de par en par
en las sienes,
dando paso,
en la mente,
a un aire anaranjado,
de mañana recién hecha,
que orea el tendedero
de las ideas recién lavadas.
Celebra el rito
de la normalidad,
del cotidiano instante
donde la palabra no raspa,
balsámica de beso,
pomada de labio,
curando eritemas
de caídas recientes.
Ten calma y sestea,
recreado en el sueño,
y quizá los días,
los iguales,
no pesen como las horas
cuando se enturbian
en esferas oscuras
de líquido cuarzo
y tenso muelle.

1 comentario:

  1. ...Las horas de los días que matamos,
    que dejamos pasar sin intentar
    apenas sobrevivirlas, se tornan plácidas
    camas negras; que ofrecen confortables
    olvidos,
    sueños de seda suicidas, y
    sábanas blancas de abandono...

    Bello poema, me ha recordado un poco a "Negras horas"
    Un saludo

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