martes, 22 de marzo de 2016

La noche un suspiro.

Era la noche un suspiro terrible
cuando te hiere lo cercano.
Es la norma prevalecer
y guardar recuerdos
en cargador preventivo.
Postura de superioridad moral
en reserva,
no vaya a ser que te crezcas,
miserable con pasado,
y oses cuestionar lo ajeno.
Situarse es bueno.
Somos tan poco
que tampoco importa.
Que te quieren,
dicen,
con la navaja de memoria
para la tajada oportuna.
Menuda mierda de amor
a cuchillada reservada. 

jueves, 17 de marzo de 2016

Puede ser.

Puede ser que uno pueda, 
hasta entender quisiera, 
mas la pasión no es fórmula 
y poco tiene de cierto. 
Puede ser que se pueda, 
desactivar razones 
y flotar en lo propio, 
mas tampoco quiero. 
Y la ceguera no cura, 
la llaga no cierra 
y supura humores viejos. 
Puede ser que se pueda 
pero no puedo 
obviar lo propio, 
que pasión me embarga 
y razón también.

Puede ser.

Puede ser que uno pueda, 
hasta entender quisiera, 
mas la pasión no es fórmula 
y poco tiene de cierto. 
Puede ser que se pueda, 
desactivar razones 
y flotar en lo propio, 
mas tampoco quiero. 
Y la ceguera no cura, 
la llaga no cierra 
y supura humores viejos. 
Puede ser que se pueda 
pero no puedo 
obviar lo propio, 
que pasión me embarga 
y razón también.

lunes, 14 de marzo de 2016

Catálogo ocular.

Hay ojos de gelatina,
huidizos ojos
de mirada viscosa,
breve e insostenible.
Ojos afilados,
resentidos ojos
que arrasan el aire.
Huecos ojos hay,
que el vacío enfocan
y resultan mudos
en la interacción.
Hay ojos estridentes,
que a voz en grito llaman
y te acorralan.
Ojos cantores
de baladas tristes
que te dejan llagas
en el entrecejo.
Ojos de agua,
limpios de sal,
que te evocan la humedad
y la tibieza a granel.

martes, 8 de marzo de 2016

Calleja de los torpes.

En la calleja de los torpes
hay un bar para el silencio,
donde se sirven suspiros
amargos con nuez moscada.
Hay música de trompeta tenue,
envuelta con piano en seda,
y los borrachos cabecean
acordes de luz morada.
En la calleja de los torpes,
los gatos pasean alados de paloma
y las farolas alumbran llovizna.

lunes, 7 de marzo de 2016

Siempre igual.

Siempre igual,
por qué no.
Siempre igual
lo impuesto,
la impostura,
y la vida sigue,
siempre igual.
La postura,
el silencio,
algún murmullo, 
pero siempre igual.
Mas la osamenta dura
no tiene tolerancia a la anécdota.
El espacio es poco
cuando se te usurpa la opción.
Y todo cansa
aunque sea hábito.
Uno no vale nada,
mas en su casa no debe
aportar visado
para la pernocta.

viernes, 4 de marzo de 2016

SIN NOTICIAS.

Esperando una señal.

Sin noticias del Cielo, 
se espera señal visible, 
mas la nada es impasible 
corriendo tupidos velos 
sobre la fuerza imposible 
que genera la cabeza, 
cuando le falla la pieza 
de la razón más plausible. 
Y me embarga la pereza 
si pienso en todo lo humano. 
De lo divino estoy sano, 
no padezco esa flaqueza 
que se nos va de las manos, 
imbuída en nuestra infancia, 
fomentando la ignorancia,  
por temor a los gusanos 
que nos restan la prestancia 
que tendría un resucitado, 
una vez fuera juzgado
por esa familia rancia 
del genocida desbocado, 
una adúltera paloma 
y el fallido cromosoma 
del profeta torturado. 
Que con su pan se lo coman 
los crédulos de agua bendita 
y las sotanas marchitas 
que a no vivir aleccionan.



ESE ODIO.

Blanco y negro.

Ese odio, 
el resentido, 
atesorado y ahorrado, 
siempre disponible para ejecutarlo, 
estría las cortinas 
y las sábanas escarcha. 
Ese odio, 
en vanagloria, 
con orgullo expuesto 
en las calles mayores de lo cotidiano, 
suele engendrar criaturas 
encarnadas de rabia. 
Ese odio es llama 
que toda flor abrasa 
y hace inviable cualquier jardín posible. 
Ese odio, 
irrenunciable, 
como si un derecho fuera, 
ejecuta las sentencias más sumarias 
con poca opción para el recurso. 
Ese odio es fiera, 
obvia las razones 
y arranca de la raíz profunda 
de la bestia primigenia. 
No es humano, 
es animal de mordida necia 
y poco espacio deja para la ternura. 
Yo no albergo odio, 
mas ese odio, 
me carga la asadura 
de rabia razonada 
y el dolor agota 
si no encuentra paliativo. 

jueves, 3 de marzo de 2016

LA EDAD SERENA.

La edad de la inocencia.



A la edad serena, 
cuando el día casi acaba, 
hay miradas que se pierden 
recorriendo todo tiempo. 
Se espera, 
pacientemente melancólica, 
nada quizá, 
o quizá todo, 
pero esperar es oficio 
que se asume a esta altura 
de la estancia. 
Ya no es grado la experiencia, 
pues no es carga, 
y entre juveniles aspavientos, 
entre paréntesis, 
se saben colocar las tildes 
en las sílabas que importan. 

SIN VERSOS EN LAS YEMAS

Se marchitaron los brotes  de versos en las yemas de estos sarmientos,  gélidos de la nevada,  y el racimo es promesa por incumplir.  No abu...