De un tiempo
a esta parte
van las miradas
arrastrándose
por las aceras.
No se alzan,
yendo en busca
de monedas de esperanza
extraviadas.
Otras,
a media altura,
pierden el enfoque
en el infinito,
huyendo de la nuca
del antecesor en la cola,
fila sinuosa
de hijos del subsidio,
o huérfanos de todo.
Mengua el pan,
amoldado al disponible,
dietético,
económico.
Se saben atracados,
timados a boletín,
a expediente,
y la usura,
córvido repoblado,
sobrevuela parques
de ocios forzados.
Mengua el mendrugo,
la rabia medra,
brota la chispa
para el posible incendio
donde purgar infamia.