sábado, 6 de enero de 2018

VIVIR AL CABO.

Disipadas las pirotecnias
en la agonía del espumillón
vuelve el frío del día común
de otro año incierto.

En los propósitos
uno sólo,
absoluto, humilde y,
a pesar de ello,
pretencioso:

Vivir cada mañana
desayunando luces,
cenar atardeceres
y pasear las noches.

Vivir la gente,
la amada y la presente,
la ausente
en la memoria
y que amar no duela.

Vivir lo que quede,
lo que tercie
y bien proceda.
Vivir al cabo. 

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