se desprendieron
las doradas horas muertas
que tanto nos dieron
entre los cuartos.
Porque otoñea la vida
y el invierno está a la vuelta,
inclemente,
ineludible,
portador de escarcha
y alientos terminales.
Otoñado pervivo,
carnal y presente
de cicatrices asoladoras
y piel que aun hierve.
En otoño viajo
por los momentos
y las miradas que templan
el aire que se interpone.
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