jueves, 11 de octubre de 2018

EL AIRE QUE SE INTERPONE.

De los relojes marchitos 
se desprendieron 
las doradas horas muertas 
que tanto nos dieron 
entre los cuartos. 

Porque otoñea  la vida 
y el invierno está a la vuelta, 
inclemente, 
ineludible, 
portador de escarcha 
y alientos terminales. 

Otoñado pervivo, 
carnal y presente 
de cicatrices asoladoras 
y piel que aun hierve. 

En otoño viajo 
por los momentos 
y las miradas que templan 
el aire que se interpone. 

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