A veces lavo mi rostro en la frontera
entre noche y día clandestino,
con aguas bravas de hoguera,
con actitud de fiera.
Y no porto reloj en mi camino,
porque son días de escombrera
y el tiempo pliega las aceras.
Mas puede parecer que me incomoda
el ictus de sonrisa de papel
que la gente atesora
en tinajas de miel.
Pero es que no tengo más que un puto traje,
el boleto gastado de un peaje,
una paloma
en estado de coma,
la foto amarillenta de un viaje.
Sólo habito en andén de madrugada,
con mi verso en el filo de la espada,
sin prisioneros,
un simple desafuero,
un vino agrio de una mala añada.
entre noche y día clandestino,
con aguas bravas de hoguera,
con actitud de fiera.
Y no porto reloj en mi camino,
porque son días de escombrera
y el tiempo pliega las aceras.
Mas puede parecer que me incomoda
el ictus de sonrisa de papel
que la gente atesora
en tinajas de miel.
Pero es que no tengo más que un puto traje,
el boleto gastado de un peaje,
una paloma
en estado de coma,
la foto amarillenta de un viaje.
Sólo habito en andén de madrugada,
con mi verso en el filo de la espada,
sin prisioneros,
un simple desafuero,
un vino agrio de una mala añada.
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