A cero el contador
de los pasos perdidos,
reiniciado en modo seguro,
a tientas se vive
en la ciudad decelerada.
A tientas se avanza
entre gente regresada,
retroactiva,
retroalimentada,
con rostros anticuarios
de gesto líquido
de idea monocorde.
A tientas se sortean avatares,
buscando el ápice
de esperanza en la especie
que en involución se agrada.
El erupto se alza
como voz común
mientras la dignidad se fija
en laca barata de tupé erecto,
con vocación de monolito.
Da igual la mirada hueca
si es la turgencia el canon.
A tientas por no ver,
ceguera terapéutica
en la ciudad en cierre.
sábado, 18 de octubre de 2014
A tientas
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