Mantener la cordura
en este viento empolvado,
rugido del aire
que no se detiene respirable,
ardua tarea se aparenta.
No abandonarse a lo acolchado,
dejándose extinguir bajo la manta,
precisa de empeño fiero,
aun desesperanzado.
Existencial agonía
en estos tiempos romos,
gruesos de sebo pestilente,
en que son necios los mohos
que apoderan voluntad.
La calle es el cobijo ambulante
para el nómada pensamiento
del expatriado eterno.
Almíbar queda de algún afecto,
pero la luz amarga
de gris el paso.
sábado, 11 de octubre de 2014
Existencialismo ocasional
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