domingo, 9 de diciembre de 2018

LETALES DESCONCIERTOS.

De las cenas de empresa 
llegan las distorsiones al vacío, 
reiteradas y confusas,  
de un tiempo sobado 
y relamido. 

En la recámara el proyectil 
redentor de cualquier día 
quizá justo, 
tal vez necesario, 
en el que la oportunidad reclame 
un acto poético de sangre templada. 

Como si no tuviéramos bastante, 
se importa fútbol y salvajes 
para cubrir el día de incidentes 
que preñen los noticieros 
y este hastío que nos empalaga. 

Arde París y Madrid grita 
cánticos tribales de arrabales porteños, 
jaurías concertadas 
de letales desconciertos. 

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