llegan las distorsiones al vacío,
reiteradas y confusas,
de un tiempo sobado
y relamido.
En la recámara el proyectil
redentor de cualquier día
quizá justo,
tal vez necesario,
en el que la oportunidad reclame
un acto poético de sangre templada.
Como si no tuviéramos bastante,
se importa fútbol y salvajes
para cubrir el día de incidentes
que preñen los noticieros
y este hastío que nos empalaga.
Arde París y Madrid grita
cánticos tribales de arrabales porteños,
jaurías concertadas
de letales desconciertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.