en voz de musgo,
en voz de ave que sortea los pentagramas
volando desde la entraña
para arroparme en el duermevela.
Me llegan melodías añejas
con palabras de enredadera
que arraiga en el pecho
y en la bocanada.
Me llega tanta caricia
que levito nubes de azúcar de caña.
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