martes, 1 de abril de 2008

TABACO

Intento salir del humo,
del que da contenido a mis toses,
a mis esputos.
El veneno marrón que respiro
degustando tóxicas bocanadas,
que me ahoga y mata,
me condena,
me encadena,
y llena
el vacío de los momentos,
los silencios,
las pausas,
palabras envueltas en papel
y volutas blancas,
o grises,
tiñendo las cortinas,
amarilleando canas
y sonrisa.
Escapo de la brasa,
la ceniza que ofende
los ropajes negros
y los blancos pavimentos.
Reniego de la elegancia,
del carisma liado,
incinerada virilidad
del patético suicida.
Busco el fresco
del aire que no llega
a recovecos de un pulmón
en ciénaga.
Sufro la ausencia,
me consume la impaciencia
de volver al agujero
de la garganta hervida
y boca calefactada
de áspero beso.
Lucho por la libre vida,
independencia
del absurdo,
de la lenta autolesión
gozada en sobremesa.
Huyo de ser fugitivo,
proscrito toxicómano,
encabinado,
aislado,
mal mirado
por incorrecto.
Querer,
quiero,
poder,
no sé.
Yá se lo cuento,
o lo invento
y miento.

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