Adoradores de la fábula,
esclavos de la parábola,
en común tienen el fuego
como argumento y contrapeso.
Retornan piras
donde quemar cuentos
idénticos a los propios,
traducciones varias
de la misma quimera.
Libros viejos
de fanatismos renovados.
Medievo global,
inquisiciones,
Santas Guerras
entre pueblos estafados.
No está el mal
en el versículo
de cualquier patraña,
está en el hombre,
que moldea a mano sucia
la palabra antigua,
desfasada,
y tiñe en sangre
los odios promulgados
por los amos de la bolsa.
Son trece las monedas
de las traiciones alentadas,
de la espada bajo cruz
y el alfanje curvo
de filo de luna.
Hasta los dioses
que no son,
atónitos contemplarían
sus rebaños de alimaña.
sábado, 11 de septiembre de 2010
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