martes, 7 de diciembre de 2010

NO TENGAS PENA DEL AGUA

Yo sé que tienes pena 
de las aguas de los ríos
que se pierden en arenas
o entre sales de mar frío,
pero no puede tu mano,
pequeña pero afanosa,
retener lo yá licuado
por la vida borrascosa.
Pero el árbol sigue aquí,
la rama que a tí te mece
y que al sentirte reír
su hojarasca reverdece
para mullirte un buen lecho
en el que puedas soñar
y reanudar otro trecho
de lo que tienes que andar.
Que de río serás agua
que estaré  siempre a la orilla,
contemplando como fraguas
esa vida que es la mía. 

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