Porque sin cantar me quedo
en las horas de los gritos,
de los silencios apalabrados,
no hay quien entone luces.
Este tiempo opaco
de anuncios de aire negro
no nos trae agua
más que la lluvia densa
de arenas de ruina.
Volvemos a la garra,
al anhelo de los caninos,
implorando el rayo
en pos de la hoguera.
Futuro no se escribe,
censurado porvenir.
No hay plaza
donde instalar guillotina
ni patíbulo
para tanto decapitable intangible.
Triunfó lo iderrocable,
por indefinido y disperso.
Sólo su condescendencia
es la esperanza sumisa.
en las horas de los gritos,
de los silencios apalabrados,
no hay quien entone luces.
Este tiempo opaco
de anuncios de aire negro
no nos trae agua
más que la lluvia densa
de arenas de ruina.
Volvemos a la garra,
al anhelo de los caninos,
implorando el rayo
en pos de la hoguera.
Futuro no se escribe,
censurado porvenir.
No hay plaza
donde instalar guillotina
ni patíbulo
para tanto decapitable intangible.
Triunfó lo iderrocable,
por indefinido y disperso.
Sólo su condescendencia
es la esperanza sumisa.
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