de los relojes más lentos
y caí como llovizna
a la antípoda de aquel tiempo.
Tuve que escalar
aquella duna violenta,
entre tornados de polvo
que aspiraban toda pérdida,
pero encontré caravana
de nómadas de buen grado
que me mostraron oasis
de dátil tierno y agua azucarada.
Hoy vivo en el reverso,
a pasa página
y epílogo no urgente,
instalado en la esencia de la estancia
donde ser es lo único.
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