
El zinc de los tejados
se funde bajo lágrimas
de gatas viudas.
Es negro,
más que nunca,
el color del dinero
y el de los tapetes
de los tugurios,
enlutándose
las mesas
de billar.
No está la sonrisa,
leve y azul
del indomable.
¿Qué será de Sundance?
Cabalgando solo,
perdido,
sin la guía
de la estrella
más humana.
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