que enraicé en rebeldía
y ahora soy árbol ambulante.
Tanto recé para nada
que ahora sólo hablo conmigo
y con las polillas de mi armario.
Tanto perdón pedí,
aterrado de avernos,
que ahora me absuelvo
a cada poco,
sin postrar ni celosía.
Detesto acercar niños
a los templos de la infamia,
donde abunda el ave negra,
depredador de la inocencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.