domingo, 12 de agosto de 2018

CAYÓ EL DOMINGO.

Cayó el domingo como desplomado, 
aplastando la ciudad de paso 
y dispersando a los atónitos. 

Un sol furtivo, 
emboscado, 
lame las aceras 
con baba tibia. 

Hay peatones ingrávidos 
saludándose en desapego 
y mujeres de cuero 
comprando bolsos de entretela. 

Cayó el domingo en siniestro, 
precipitado de azotea, 
empujado por los geranios 
a un vacío de tiempo 
donde se pierden las palomas 
tullidas e insolentes.

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