Cuando llueve gelatina,
cuando la luz se empasta
caramelizando los cristales
de las ventanas breves,
debes entrar en bloque,
en carga de caballería de grito
para espantar las huellas
de los fantasmas de instante,
los que enturbian folios
de recuerdo a doble espacio.
Debes mojar los lienzos
con tus savias
de sabiduría arcana
para abonar la vida
que se derrama por lechos ahogados.
Entra,
no dudes en la avalancha,
ahógame de mieles
que sellen toda grieta
del casco carcomido
por salitres del Mar Negro.
miércoles, 20 de octubre de 2010
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