En días en que un vaso rompe
su vacío inunda las estancias
y cientos de cristales huérfanos
lloran, dispersos,
por el cautivo bajo un mueble terco.
Cautivo entre el polvo añejo,
resabiado y presto al corte a traición,
en venganza
por el abandono.
El líquido se expande,
inválido,
tullido para la bebida,
asumiendo destino de mocho,
muerte en sucio con lejía.
lunes, 18 de octubre de 2010
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