Llegan las horas rezagadas
de un sábado destemplado
de madrugada de máscara
que obvié por desencanto.
En la taberna atruena el fútbol,
televisado e ineludible,
y sobre el fútbol conversaciones vacuas
de dietas y enfermedades llevaderas.
Socializar se vuelve hostil,
a veces,
complejo de espectador
ajeno e involuntario
a los transcursos
de los semejantes.
Habrá que sobrevolar la cena,
consumir la noche
y disponerse a sumirse
en otro matinal domingo,
siempre extraterrestre.
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