Henchido de notas,
empachado de belleza
dejó tendida la frase al aire
entregado en la sonrisa.
Lloran violines
y las batutas,
de ébano de luto,
no quieren danzar
sin su garganta.
Nadie duerma,
el canto se desangra
huérfano de instrumento.
Se fué la seda,
la caricia que el torpe eco
nunca osaba imitar.
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ResponderEliminarPrecioso homenaje a Pavarotti Ramírez, muy bello el poema.