Todas las causas
contaminadas de azares
acompañan al suicida.
Tiene el mando,
el timón por una vez
y ahora sí,
ahora marca los tiempos.
Es su pluma,
de errática caligrafía
la que ahora puede
y quiere,
marcar el punto,
punto final
sin paréntesis
ni adjuntos suspensivos.
Consciente del gesto,
de la libre autoría,
omnipotente consigo,
se recrea en la despedida.
Sabrán de él los uniformes,
los sumarios y gacetas
y quizá,
una columna breve
para su firma,
"Ahora mando yo".
domingo, 16 de septiembre de 2007
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