sábado, 1 de enero de 2011

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Qué día primero
de noche última
de frontera de uva
atragantada.
Qué igual ando,
qué mismo,
sin tránsito
ni más disgusto
ni sorpresa
que las sabidas.
Cotillón estéril
que no pare enmienda
para el pecador irredento
que me posee.
Apantallado
en cristal líquiido
que me canta recuerdos.
Gratos e ingratos
recuerdos de tiempos
que fueron agua de fuente,
irretenible agua
para el sediento
de arroyo a cara mojada.




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