Desplegó el rostro
para irradiar premura
por la belleza en crudo.
Se izó de puntillas
para perfilar una danza
dibujada en espiral
y mostrar la estética elaborada.
Se esforzó tanto
en la filigrana y la melodía,
en las palabras coloridas
y los paisajes equilibrados,
que contagió la fiebre
de las artes y la libertad
que no debería dudarse.
Pero llegaron ellos,
pardos de noche,
grises de día,
con los hábitos que hacen bestia
y los rosarios de cortar rosas,
para desaturar las luces
y arrancar las páginas,
ungidos de ladrido,
habituales de la antorcha.
para irradiar premura
por la belleza en crudo.
Se izó de puntillas
para perfilar una danza
dibujada en espiral
y mostrar la estética elaborada.
Se esforzó tanto
en la filigrana y la melodía,
en las palabras coloridas
y los paisajes equilibrados,
que contagió la fiebre
de las artes y la libertad
que no debería dudarse.
Pero llegaron ellos,
pardos de noche,
grises de día,
con los hábitos que hacen bestia
y los rosarios de cortar rosas,
para desaturar las luces
y arrancar las páginas,
ungidos de ladrido,
habituales de la antorcha.
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