Dame tu mano y vamos
al vía crucis prescrito.
Acompáñame si gustas,
aún a sabiendas
de lo escarpado.
Recorrámoslo como un paseo
de monte bajo,
camino amable
y paisaje ameno.
En la cumbre ya veremos.
Puede ser que me indulte el pretor
o el centurión fuerce la fuga,
gracias a la ciencia de los doctos,
y serán por bien tenidos los azotes.
Bajaremos en cántico de palma y olivo,
triunfales para los nuestros.
Si, sin embargo,
se alza la cruz en final sentencia,
será en paliativa seda
como me iré sin ascensión,
quizá sí descendimiento
y piedad.
No volveré al tercer día
como nadie volvió nunca
pero caminaré discreto
por alguna memoria grata.
Dame tu mano y vamos,
que de tu mano no habrá calvario.
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