martes, 2 de diciembre de 2008

HAY COLORES



Vino un ave a mi ventana
a oír mi canto
y con un silbo leve
me pidió colores.
Pidió tregua al gris
que acompaña mi verbo
casi de continuo.
Y yo,
reacio a dedicatorias a reclamo,
accedo al trino.
Desempolvo la paleta,
presto a salpicar los lienzos,
y despliego el celeste,
el azul intenso de la risa,
clara y melodiosa
de una niña de luz de aurora.
Luego el rojo,
ardiente de pasión
de adolescente cuando fue,
de piel de latido al roce.
Llega el turno del verde,
verde agua de fuente,
de praderas lecho
de amores tempranos,
furtivos.
El malva,
de mirada breve
de mujeres de miel,
rebosando dulzores
custodiados.
Amarillo de sol infrecuente,
caricia tibia
en invierno fiero.
Sé de colores,
gorrión amigo,
los tengo,
no lo dudes
aunque la luz,
perezosa a veces,
no los desvele
y el gris
quizá no es gris,
sino penumbra
o niebla.

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