Con el ladrido a contrapelo
como “modus operandi”,
pasean los ternos
y la vacua idea
por las azoteas,
las plazas
y los zaguanes.
Colores de guerra
y llamadas a rebato.
El aire se densa
de un ruido pesado
y respiramos estridencia.
Nos lavamos el rostro
con mala baba
y desayunamos amargo
de hiel de invernadero.
Ebrios de licores falsos,
primicias de garrafa
y calumnias regladas
por algoritmos de “big data”.
Hay esperanza si despiertas
desterrando el bostezo
y la desidia que te inyectan
a vena rota.
como “modus operandi”,
pasean los ternos
y la vacua idea
por las azoteas,
las plazas
y los zaguanes.
Colores de guerra
y llamadas a rebato.
El aire se densa
de un ruido pesado
y respiramos estridencia.
Nos lavamos el rostro
con mala baba
y desayunamos amargo
de hiel de invernadero.
Ebrios de licores falsos,
primicias de garrafa
y calumnias regladas
por algoritmos de “big data”.
Hay esperanza si despiertas
desterrando el bostezo
y la desidia que te inyectan
a vena rota.
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