Nube,
densa,
espesa,
esponjada,
absorbiendo
el aire posible,
avanza la ansiedad,
frente frío,
borrascoso,
arrasa los solares
y las cuencas.
Pesa el ojo
a bolsa llena,
y la palabra
hiere,
punza y corta,
lacera piel
ardiendo
de fiebres.
El fondo,
la sima,
es la celda.
La almohada
es refugio.
Dormir,
no vivir,
dormir,
cansado,
laxo y débil,
desarmado,
desarbolado
a la deriva,
sin encuentro
ni abordaje.
Qué ver
en la niebla,
en eterna
madrugada
sin auroras.
Angosto,
el callejón
se estira
al fondo
inalcanzable.
Rezuman
las paredes
hediondos
zumos
de frutos
añejos,
resbaladizos
al paso
de tu mísero
esqueleto.
Depresión,
de presión,
de alta presión
sin válvula
en la olla
del cráneo,
donde se cuecen
ecos estridentes
de llanto amargo
de niña,
que no entiende.
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