martes, 13 de noviembre de 2018

TE OIGO.

Te oigo hablarme, 
hablarnos tal vez, 
declamando en seco, 
impecablemente engolado 
y no te leo. 

No alcanzo a destejer 
tus sílabas musicadas 
que se dispersan 
en onda de mareas simuladas. 

Para qué el mensaje 
y el estribillo envasado, 
si el contenido se derrama 
henchido de burbuja. 

Te oigo, 
a cada poco, 
amplificado el significante 
de un significado mudo, 
vano de consigna. 

Te oigo, 
a tí y a los mensajeros, 
los extractores del lema, 
cronistas del titular 
multiplicado en la maraña 
donde las jaurías ladran. 

Te oigo a ti, 
cualquiera de 
los tres o cuatro 
que vendéis futuros 
a interés variable, 
y el desencanto canta 
arias tristes 
en las noches de lluvia. 

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