Cegaron los espejos
con velos de luto
bendecidos con amoniaco.
Amordazaron los senos
y los torsos,
salvo bajo las luces rojas
de los mercados de carne
donde gozan de descuento.
Armaron a los niños
y les enseñaron a asesinar
todo vuelo,
a bañarse en vísceras
y blasfemia
tras haber comulgado impolutos.
Alambraron las lindes
ante la miseria,
pero el hambre empuja
mutilándose impasible.
Lograron enraizar el odio,
el miedo y la ignorancia
en hiedra invasora,
tupida e impermeable
hasta que asolaron la tierra
huérfana de luz.
Dicen que luego,
como casi siempre,
todo volvió a empezar.
con velos de luto
bendecidos con amoniaco.
Amordazaron los senos
y los torsos,
salvo bajo las luces rojas
de los mercados de carne
donde gozan de descuento.
Armaron a los niños
y les enseñaron a asesinar
todo vuelo,
a bañarse en vísceras
y blasfemia
tras haber comulgado impolutos.
Alambraron las lindes
ante la miseria,
pero el hambre empuja
mutilándose impasible.
Lograron enraizar el odio,
el miedo y la ignorancia
en hiedra invasora,
tupida e impermeable
hasta que asolaron la tierra
huérfana de luz.
Dicen que luego,
como casi siempre,
todo volvió a empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.