miércoles, 7 de agosto de 2019

EMÉRITA


Las arcaicas columnas 
de memoria pétrea 
siguen pariendo cómicos 
para las noches de estío 
que mezclarán en aliño 
palabras del origen de los tiempos 
con expresiones del ahora. 

Un rito de entrega 
en el templo de la escena, 
resucitando dioses enterrados 
para dar luz 
a nuestra actual tiniebla. 

La brisa tibia 
de un Guadiana recalentado de agosto 
transporta los cantos de las ninfas, 
los faunos, 
el lamento de los dioses desterrados, 
las arengas de los héroes 
y los suspiros 
del amor furtivo. 

En Mérida se colapsa el tiempo 
y siempre es sueño 
cualquier noche de un verano. 


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