En el vórtice y el vértigo,
prisioneros de un giro
que no pedimos
y del que pendemos,
asegurados y sujetos
hasta el final y sin duelo.
Vértigo acristalado
en balcón o galería,
en ventana o tronera,
con música enlatada
o en multipantalla.
Y no procede el desaliento
ni las rebeldías impostadas
de los apóstoles del caos,
que es la vida lo que nos empuja
y despertamos confinados
y con finados por cientos.
Guardaos la rabia unos,
esa de siempre que os sustenta,
y el pesimismo libertario otros,
adictos a las conspiraciones todos
y aprended de la gente
que resiste erguida,
no sumisa como la pretendéis
sino fiera en la lucha
por los demás.
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