sábado, 4 de abril de 2020

Y NADA MÁS...

No sería a las cuatro y diez,
o quizá sí,
cuando te fuiste,
triste,
canalla y altivo,
hacia ese cine,
¿te acuerdas?.
Los hijos que no tuvimos
siguen en las cloacas
porque te llevaste la belleza,
quizá al alba.
Quizá siga encendida
la luz de la ventana de David,
quizá sea así.
No te hizo falta la luna,
ni tan siquiera la espuma
para emocionarme
en aquel walkman de emigrante
en una Suiza hostil.
Banda sonora
de mis ansias,
de mis ritos de amor furtivo
en esos dos o tres segundos
en que la ternura hasta te mata.
Apenas nada más,
Eduardo,
que vivirás en los lienzos
y en las sirenas invertidas,
en los versos
y en los estribillos
de esta, mi vida.
De alguna manera
tendré que olvidarte,
a ti,
que te vas
no sé si al este
o al oeste del edén
que nos creaste. 

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