No te aferres a llamas
que arrasaron la maleza
de un monte salvaje,
pletórico de arroyos
y espumas al salto.
Dulce fue el incendio
mas dañó cortezas
y raices obstinadas
en la huída a las lluvias
y el retorno
a terreno aparcelado
de cómodo riego.
No estaré
para el arrebato,
ya no milito
ni admito levas
para batallas oportunas,
de emboscada
y retirada.
Yo no soy
el enemigo
que encontrarás
entre tus cajones.
Ahora vivo,
no duelo.
No duelas
lo que viviste
sin ser
y sé,
sé tú en ti,
por ti.
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