Llegan días de acantilado,
de brisa en rostro
y abismo junto a la huella.
Vértigo en la cercanía,
roca y espuma en lo posible
y la gaviota rondando,
siempre enamorada,
siempre letal en el planeo.
Rumor de ola
que te señala en la cresta
mirando cómplice
a las caracolas pesimistas.
Días escarpados
de agua y piedra horadada
por las expectativas,
de verde hierba salina
y moluscos pacientes,
imperturbables.
Al borde del cantil te espero
si tienes a bien venir,
tú,
que tanto me llamas
de allá a esta parte,
y si no acudes
no esperes de mí reproche,
que esperar junto al mar en vano
nunca es tiempo muerto.
de brisa en rostro
y abismo junto a la huella.
Vértigo en la cercanía,
roca y espuma en lo posible
y la gaviota rondando,
siempre enamorada,
siempre letal en el planeo.
Rumor de ola
que te señala en la cresta
mirando cómplice
a las caracolas pesimistas.
Días escarpados
de agua y piedra horadada
por las expectativas,
de verde hierba salina
y moluscos pacientes,
imperturbables.
Al borde del cantil te espero
si tienes a bien venir,
tú,
que tanto me llamas
de allá a esta parte,
y si no acudes
no esperes de mí reproche,
que esperar junto al mar en vano
nunca es tiempo muerto.
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