domingo, 23 de febrero de 2020

OLOR A ACEITUNA

Las preguntas muertas
que cuelgan de los magnolios del parque
ni se marchitan ni esperan respuesta.

Son las preguntas de siempre,
testimonio de la duda
que te inculpa,
ornando el paseo dominical
de los niños recién gritados.

El sol lavado
suelta escamas de luz
sobre los peatones ariscos,
como plumaje otorgado
para el pavoneo al paso.

Un guitarrista enervado
desafina canciones de saldo
usurpando las propinas de las terrazas
y yo pienso en el qué
y en el porqué de estas rabias,
este querer hacer constar
lo que nadie certifica,
este mear en círculo
o en espiral centrífuga
por señalar territorios
de hostilidad comprobada.

El olor a aceituna
seda mi ánimo ante lo hueco
a pesar de las oleadas
de perfumes endomingados
y gominas de despunte.

Será el vermut quien me redima
de este purgar
por lo no pecado.

Son tiempos de mascarada
y redoblan en lo remoto
tambores de comparsa
mientras yo espero resoluciones
a lo que mina mi arquitectura.

El resto es recrearse
en la suerte y lo azaroso,
mero ejercicio onanista
de hacerse notar
en tanto esto dure.



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