Se van sumando los rostros
como manchas del ánimo,
rostros vivos,
muertos rostros
que transpiran acíbar
viscoso de amargor perpetuo.
Y no hallas hueco
entre miradas de apremio
y el murmullo
atornilla en tu sien
en percusión grave
y letanía en espiral.
Es día para el refugio,
la burbuja y el cerrojo,
la isla mínima
y el árbol.
Es día para que no te sepan,
cuando el ansia se cuela
por las rendijas
el aire es hielo.
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