sábado, 22 de febrero de 2020

LA EBRIEDAD DEL PRÓFUGO

A veces es mejor obviarse,
no tenerse en cuenta
y pasarse de largo.

Renunciarse
encogido en un sofá vegetado,
ajeno a la pantalla que murmura.

Dejar que te tome el musgo
y volverte paisaje
apaisado y sedentario,
suelo,
nutriente.

A veces es mejor flotar
a la deriva como boya sin anclaje,
acogiendo gaviotas
que señalan muerte.

Bailar con las tormentas
y besar acantilados
como saludo universal
del despeñado.

A veces,
muchas veces quizá,
es recomendable la ebriedad
del prófugo.


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