Ahora sé bien que estoy afuera, 
débil, desnudo y lívido de frío, 
que todo error es mío, 
que no hacen falta pruebas. 
Porque la luz se niega en positivo 
a bañar las entrañas de mi cuarto 
y cuando me levanto 
de sombras soy cautivo. 
Y es que la ciudad está flotando 
como aquel cadáver del suicida, 
que empaquetó su vida 
en dos cuartillas, 
para volar, desde un puente, saltando. 
Y no hay astillas para chimeneas, 
que todo se gastó en carpintería, 
para una estantería, 
y mal arden las fotos en la hoguera. 
Que poco bailan hoy esas cortinas 
cuando el sol se cuela al dormitorio, 
y espanta los demonios 
que minaron mi almohada con espinas. 
Y es malo diplomarse en matrimonio 
para sacar licencia de ser padre, 
pues los tiempos expanden 
lágrimas que vertiste en paritorio. 
Y pasan meses cómo pasa el tren 
que soberbio ignora al apeadero, 
bajo aguacero, 
y te sueldas al banco del andén. 
Y nunca encontrarás el costurero 
para intentar sutura de la entraña, 
por qué te engañas, 
si eres barro, desecho de alfarero.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
SIN VERSOS EN LAS YEMAS
Se marchitaron los brotes de versos en las yemas de estos sarmientos, gélidos de la nevada, y el racimo es promesa por incumplir. No abu...
- 
La hojarasca borra todo el sendero y los árboles no avisan, como intentan los semáforos tras la nevada urbanita. La importancia de las s...
 - 
Se marchitaron los brotes de versos en las yemas de estos sarmientos, gélidos de la nevada, y el racimo es promesa por incumplir. No abu...
 - 
Me llegan cantos de terrón en voz de musgo, en voz de ave que sortea los pentagramas volando desde la entraña para arroparme en el duerm...
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente si quiere que se publicará si me place.