Encontré las nubes tibias
en los quicios de un verano,
deficitario en los soles
que se adhieren a las manos,
cuando se encuentran vacías,
cuando no hay lo necesario,
con que paliar las fatigas
con que se llena un diario,
la obra definitiva
que guardo en armario.
Y escalé toda escalera,
la que me lleva a tu planta,
donde instalas tus ardores,
donde el aire no se espanta
y prendí todas mis velas
calculándote ecuaciones,
desgasté noches enteras
en cuajarte de emociones.
Pero aún no hallé los rumbos
que me marcas en tus mapas,
que persisto en dar tumbos
bajo las lluvias, sin capa,
que no hay reino en este mundo,
que todo se escapa.
viernes, 28 de mayo de 2010
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