En arena, yo construyo,
el poder de los castillos,
de fortaleza, la fuerza,
siempre arenisca
de los tronos forjados
sobre hierros y ceniza.
En arena de lo efímero,
dependiente de mareas,
vientos, gentes,
mar y espuma,
pues es el poder arena,
polvo eterno,
hierro breve.
Erijo las atalayas
en barro salino,
con esencia de derrumbe,
pues la altura no perdura
y habrá un niño,
lo más leve,
que devuelva a la arena
a su ser de lecho
para oleadas de amor furtivo,
espumas tibias
y refugio del cangrejo.
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