No será hoy el día
en que las gaviotas aniden
a tu ventana de faro
en el cabo de la calle del mar.
No vendrán los delfines peregrinos
a saltar junto a tu barca
de pescadora de estrellas,
a la deriva de mareas lunares.
No hay espuma con que vestirte
y la sal tornó cartón piedra
tu silueta de mascarón.
El timón partido
y la brújula caótica,
aleatoria cual ruleta
en este juego de pinceles
empastados en añil.
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