Recuerdo que aquel día
no era un especial día.
Un día más, tan gris o azul
como cualquier otro
de aquel año convulso
en que solté todas las tórtolas.
Aquel año líquido y lúbrico
de idilios a contraluz
con mujeres fugitivas por momentos.
Fue aquel día el que me agarré
al clavo ardiendo que me sustenta
y así envejezco,
a trompicones predecibles,
discontinuo y estable
dentro de mis posibilidades.
Recuerdo aquel día
que no fue mal día,
pues desde entonces
vuelven a sobrevolarme
las tórtolas más cómplices.
no era un especial día.
Un día más, tan gris o azul
como cualquier otro
de aquel año convulso
en que solté todas las tórtolas.
Aquel año líquido y lúbrico
de idilios a contraluz
con mujeres fugitivas por momentos.
Fue aquel día el que me agarré
al clavo ardiendo que me sustenta
y así envejezco,
a trompicones predecibles,
discontinuo y estable
dentro de mis posibilidades.
Recuerdo aquel día
que no fue mal día,
pues desde entonces
vuelven a sobrevolarme
las tórtolas más cómplices.
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