Aunque no reluzca
no estoy apagado
que el lucir constante
agota y siempre acaba
eclipsándose
por satélites nuevos
o antiguos.
Reservo destellos
para noches densas
de luna ausente.
Quedan ascuas
y reflejos grabados
que puedan reavivar
la antorcha latente
que ilumine caminos.
Estoy totalmente de acuerdo con usted Ramirez:
ResponderEliminarque el lucir constante
agota y siempre acaba
eclipsándose
por satélites nuevos
o antiguos.
A mí eso me pasó con el arroz con leche de mi madre. Lo poco gusta, lo mucho cansa.
:-)