Cuanto más nos expolian
menos nos dan a cambio
mientras las torres doradas
más lustre derraman.
Tasado el aire,
la enfermedad gravada
y la luminaria encarecida
como preciosa joya,
reparten el botín del latrocinio
entre los ávidos reptiles
de la pura usura.
Nos agasajan de mentira,
tan evidente,
que asumimos la estafa
como norma cierta.
De la rabia nos nutrimos
convenientemente sedada.
Ahí están,
en burbujas de alabastro,
trileros de esquina
mareando moral.
sábado, 5 de octubre de 2013
Trileros
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