miércoles, 17 de diciembre de 2014

Al gusto.

De nada vale el paraguas más irreductible
cuando el aguacero va dentro,
que son nubes de plomo
las que se apilan en los tuétanos,
que lo que llueve se adhiere
a la central de alarmas
y adormece los fusibles.
No hay razón para la cordura,
que más vale el vuelo
a lomos de una oca psicótica
que cabalgar montes de espino,
sísmicos y predecibles.
No busquéis dobleces en las palabras
cuando el hablar es todo ovillo,
tomad mi verso crudo
y cocinadlo al gusto,
o al regusto,
que la nostalgia es ángel
siempre caído.
Podría seguir mareas de equilibrio
o anclar aquí,
en puerto dado al maremoto.
Qué más dará,
si el final es lo que es,
final sin seguido,
sin siquiera aparte,
y bien puedes ahorrarte
dejar legado.


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